Siempre se nos van los mejores

Han muerto John Alvin y Roy Scheider.

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El primero no es demasiado conocido por el gran público, aunque sí la mayoría de sus obras. Era el ilustrador autor de losc arteles de películas inmemoriales tales como "E.T"., "Blade Runner", "El jovencito Frankenstein", "Aladino", "La Bella y la Bestia", "El Cabo del Miedo", "Gremlins", "El color púrpura"...

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Parte de la magia de nuestros sueños de espectadores amantes del séptimo arte se la debemos al cariño y el esmero con el que Alvin ilustraba la promesa de ese sueño que constituyen los carteles de las películas. Toda la ilusión de todo ese trabajo reflejado en un sólo dibujo, compendio de toda la historia que nos contaban dos horas de celulóide.

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A Roy Scheider lo recordaremos para siempre como el responsable, preocupado y superado por las circunstancias sheriff de Amity, la localidad de la Costa Este norteamericana que era atacada por las fauces gigantescas de "Tiburón" en el primer gran éxito de Steve Spielberg, una película que para siempre sembró un miedo en el subconsciente colectivo, el miedo a bañarse de noche, el miedo a ser tragado y desmembrado por hileras paralelas de dientes afilados como cuchillas.

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En mi caso también le recordaré siempre por su interpretación en "2010, Odisea Dos", muy digna secuela del clásico "2001", y para el mundo televisivo quedará su carismática encarnación del equivalente marino del Comandante Kirk del Enterprise StarTrekiano a bordo del futurista submarino "Seaquest", que seguía también la estela (nunca mejor dicho) de la espectacular "Abyss" de John Cameron y que no establecía la última frontera, como "Star Trek" en el lejano espacio interestelar, sino en el más próximo pero no por ello menos desconocido fondo oceánico.

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Quizá sus cumbres interpretativas fueron "French Connection", que le hizo ser candidato al Oscar en 1972 y especialmente "All that Jazz", por la que también fue candidato al Oscar a Mejor Actor, donde encarnó de manera inigualable al coreógrafo Bob Fosse en una reconstrucción autobiográfica dirigida por él mismo y minuciosa hasta el paroxismo al reflejar fielmente los preparativos de los musicales de Broadway "Chicago" y "Lenny".

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John y Roy nos han hecho soñar y disfrutar del cine, y uno quizá nunca puede llegar a expresar todo el agradecimiento que siente hacia figuras como las suyas más allá de apenarse por su desaparición. Descansen en paz.