La originalidad se pierde, el talento escasea, pero no se puede decir que anden cortos de vista algunos productores.
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Existe un género cinematográfico, el "knockbuster", heredero de los "exploitation films", películas de serie menos que B que pretendían subirse al carro del éxito de las grandes producciones mediante presupuestos modestísimos y actores de tercera o cuarta fila, que retoma esa manera de hacer cine y casi en formato guerrilla factura películas que en USA no se estrenan en cine sino que pasan directamente al mercado del video (bueno, del DVD, con los tiempos que corren) a base de fusilar los argumentos o las premisas de los grandes éxitos de la pantalla grande de la temporada.
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Se trata de aprovecharse del tirón publicitario de la superproducción, rodando una historia similar y con un título a veces manifiestamente equívoco: Transmorfers, Serpientes en un tren, El tesoro DaVinci, Monster ("Monstruoso", cuyo título original es "Cloverfield"), Piratas de las Islas del Caribe... y claro, la película más esperada de la temporada no iba a ser menos.
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Retomando las aventuras del personaje creado por Henry Rider Haggard, Allan Quatermain ("Las minas del Rey Salomon", "Ella", que ya tuvo en el cine el rostro, por ejemplo, de Richard Chamberlain), personaje que además fue una de las fuentes de inspiración de George Lucas y Steven Spielberg para su célebre arqueólogo aventurero (además del Harry Steele que interpretaba Charlton Heston en "El secreto de los incas"), los avispados productores de "Allan Quatermain y el Templo de las Calaveras" no tienen el más mínimo empacho en anunciar en el cartel de su película "de la historia que inspiró a Indiana Jones".
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Claro, es evidente que algún elemento de Quatermain hay en Indiana, pero también es innegable que algún elemento de "Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal" hay en "Allan Quatermain y el Templo de las Calaveras". Multirretroalimentación inspiracional, podría llamarse este fenómeno.
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