martes, 7 de septiembre de 2010

El gran Vázquez


Algo pasa con el cine español.
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Una peli que no va de la Guerra Civil, sin tetas, sin tacos, con exquisita ambientación en los años 60... y basada en la vida de un dibujante de comics!!!
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"El gran Vázquez" es un curioso biopic sobre la fascinante vida del autor de Anacleto, las hermanas Gilda y tantos otros personajes de nuestra infancia, incluido él mismo, que haciendo gala de un sentido del humor extremo llegó a autocaricaturizarse como el paradigma del moroso, tramposillo y ambaucador que al parecer era en su vida real.
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Al mismo tiempo su ingenio y buen humor le granjearon la admiración de quienes le sufrieron y conocieron, un personaje en la más castiza tradición del pícaro del Siglo de Oro, pero aposentado en la Barcelona del desarrollismo franquista. El personaje que habita la buhardilla del inolvidable "13 rue del Percebe" está claramente inspirado en él, como ya reconoció hace años el no menos grande Francisco Ibañez, quien como compañero en la Editorial Bruguera también aparece en esta película que retrata de una forma divertida una época en la que hubo que sobrellevar con humor una situación de cuasi-esclavitud a la que se veían sometidos los creadores de los mejores tebeos de nuestra infancia.
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Oscar Aibar es un director curioso, con personalidad y que ha sabido "fesserizar" su estilo para llevar al cine una historia realmente osada y que probablemente, de no contar con Santiago Segura como principal protagonista podría haber corrido otra suerte de la que seguro tendrá.
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Y digo "fesserizar" porque es indudable que el director de cortos como "Aquel ritmillo" y "El secdleto de la tdlompeta" y largos como "El milagro de P.Tinto" y por supuesto "Mortadelo y Filemón" ha sabido imprimir un toque especial a esos delirios visuales con detalles secundarios, terciarios y hasta cuaternarios en sus planos que son indudablemente deudores de los tebeos de Bruguera.
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Oscar Aibar mimetiza ese look retro del que otras películas estilo "OSS, Misión en el Cairo" han sabido extraer un acertado componente visual para situar sus tramas en una época sesentera ideal, nostálgica, un mundo en el que lo cutre, sucio, oscuro y doloroso parecían esconderse bajo el brillo deslumbrante de una luz añorada, unos coches de líneas suaves, todos limpios, unos edificios como recién estrenados y una vida, aunque quizá más dura y menos libre, al menos con el brillo de la inocencia que quizá ya hemos perdido.
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Próximamente a nuestras pantallas llegará la vida de un personaje curioso, de quien sus amistades contaban mil anécdotas hilarantes, que probablemente dé lo suficiente como para tener interesantes secuelas fílmicas y que, con un poco de suerte, animará el páramo cinematográfico nacional, que no todo va a ser Torrentes, Alatristes, Almodóvares, Amenábares y Coixets.

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